por Adriana Celis
Hace 35 años pensar que las clases de educación serían virtuales, era una realidad descabellada. Los términos ‘computadora’ e ‘internet’ emocionaron a los futuristas y amenazaron a los sectores religiosos más tradicionalistas. Lo cierto del asunto es que la tan temida virtualidad empezó a ganar terreno durante los años 80 y 90. Como consecuencia, en las décadas subsiguientes se estableció una nueva revolución digital que transformó la forma en que el ser humano se comunicaba y trabajaba, hasta el punto de cambiar su cotidianidad. En este mismo sentido, la manera de educación tradicional empezó a transformarse en todos los aspectos. Pasó de ser una educación que privilegiaba a un selecto grupo, a transformarse y brindar herramientas para el desarrollo de la sociedad, del pensamiento y de la economía generando una nueva forma de realizar las cosas, permitiendo que la economía del conocimiento fuese una realidad.
Ahora bien, la educación tradicional no fue la única que se transformó debido a las grandes ventajas que la tecnología brinda, debido a que ciertos beneficios se extendieron a la educación teológica, permitiendo explorar un camino que no era siquiera pensado. Un ejemplo de esto se dio durante los días del confinamiento, que dio lugar la pandemia del COVID-19, ya que IBA dio pasos nunca antes pensados, dando apertura a su primer centro virtual, que interconectó iglesias y personas alrededor, no solo de los Estados Unidos sino, del mundo.
La tarea al principio parecía imposible por los retos que trae la virtualidad. Algunos de estos era utilizar plataformas de videollamada que apenas eran conocidas por pocos; otro desafío fue aprender a familiarizarnos con las herramientas tecnológicas de las plataformas digitales que actúan como aula de clases. María Teresa Pérez Soto, tutora del primer centro de IBA, nos comentó sobre su experiencia durante ese tiempo: «me considero pionera, de haber sido parte de la virtualización de IBA, ya que con este paso somos fieles a la visión de IBA, servir de puente en el acceso igualitario a la educación teológica de excelente calidad ー. Aun así, a pesar de todas las pruebas encontradas en el camino, continúaー Dios nos dio las fuerzas y el entendimiento para superarlas con una gracia que inspira a otros a avanzar aun en medio de la incertidumbre». Junto a esta y más experiencias, IBA, al día de hoy, tiene su primer centro virtual y cuenta con la participación de 11 estudiantes de la Iglesia Menonita Centro de Alabanza de Filadelfia, Pensilvania, y de la iglesia Encuentro de Renovación de Miami, Florida, de donde María Teresa es miembro.
Con este centro, sus tutores y alumnos miran el futuro con esperanza. Los centros virtuales representan la red de conexión que la iglesia hará con sus futuros líderes. De esta manera se puede llegar a lugares donde no sería posible tener una clase presencial, dado que el área de extensión geográfica es ilimitada y la posibilidad de estar en todos los lugares es poco probable, siendo la virtualidad el medio para llegar a estudiantes de manera incalculable.
Como en todo hay puntos positivos y negativos. Para que estos centros tengan el éxito deseado, sería necesario capacitar más tutores, a quienes les guste la enseñanza virtual, y que estén dispuestos y sientan el llamado de expandir el evangelio a todos los rincones de la tierra. Como verdaderos discípulos de Cristo, nuestra misión es llevar la buenas nuevas a todas las criaturas de todos los lugares posibles.
Si usted desea conocer más sobre sobre IBA, puede visitar nuestra página web: https://hispanicmennoedu.org/iba/